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No aprendió a leer ni a escribir, como tantos niños de su condición social en aquella época. No obstante, su gran inteligencia natural le permitió sobresalir desde pequeño y alcanzar las metas que se fue marcando en su vida. Su curiosidad por todo le hacia acercarse siempre a los mayores, de forma que llegó a poseer la sabiduría que da la lucha por la vida.
Por esta razón a su corta edad le pusieron de mote "la vieja", apodo éste por el que se le conocería entre los compañeros de profesión aún en los años en que ya era un cantaor conocido.
Como su afición era el cante, los oficios que realizaba durante el día los compatibilizaba con las actuaciones por las noches en las tabernas, en contra de la oposición de su padre.
Pero el impulso interior de su afición lo fue despegando poco a poco de sus oficios manuales y lo dirigió por la senda del arte. Y así empezó por hacer excursiones por los pueblos cuando apenas contaba doce años: Morón de la Frontera, Écija, Osuna… En Fuentes surgió su primer contrato con carácter fijo, pero la presentación más importante para su carrera ocurrió en Sevilla, en el Café de Novedades.
Lo cuenta Eugenio Cobo: "Bailaba todavía en Novedades "La Macarrona". Uno de los días están de espectadores tres chiquillos con sus familiares y amigos. En aquella época no era raro que, a petición de los amigos, un espectador subiese a las tablas del café, y de esa manera debutaron El Carbonerillo, Pepe Pinto y el Niño de Marchena, que se quedó actuando unas semanas".